El desafío de los residuos electrónicos en la industria audiovisual comercial.
Juan Carlos Medina*
Recientemente se publicó el artículo “Still Guessing: The Proportion of Pro Audio-Visual Equipment in Global Electronic Waste” escrito por John Thomas, quien forma parte de la junta directiva de la organización SAVe. Dicho documento es una radiografía muy clara de un problema que enfrentamos como industria AV y por ello me parece importante compartirles esta información. Agradezco a mi amigo John que me haya permitido traducirlo y ponerlo a disposición de todo el publico y la industria en Latinoamérica.
Seamos francos. La montaña de productos electrónicos desechados sigue creciendo a un ritmo alarmante, proyectando una larga sombra sobre la sostenibilidad de nuestro planeta. El volumen de estos residuos, que ha aumentado implacablemente durante la última década, no deja dudas de que nuestros patrones actuales de consumo y eliminación son fundamentalmente defectuosos.
Solo en 2022, el mundo generó la asombrosa cifra de 62 millones de toneladas métricas de residuos electrónicos, casi el doble de la cantidad registrada en 2010. Las proyecciones indican que esta cifra podría alcanzar la cifra aún más colosal de 82 millones de toneladas métricas para 2030. Esta producción creciente supera con creces nuestra capacidad de gestionarla de manera responsable; en 2022, solo alrededor del 22% de los residuos electrónicos generados se documentaron como reciclados a través de prácticas ambientalmente racionales.
Ahora, considere esto: dentro de ese insignificante 22% de residuos electrónicos reciclados, ¿qué proporción consiste en equipos audiovisuales (AV) comerciales? Es una pregunta que produce una respuesta frustrantemente vaga: probablemente una cantidad insignificante, tan pequeña que apenas se registra en el gran esquema de las cosas.
En su mayor parte, cuando hablamos de residuos electrónicos, nos referimos a cualquier cosa con una placa de circuito impreso (PCB), desde las computadoras en nuestros escritorios hasta los refrigeradores en nuestras cocinas. Eso no incluye cables, así como componentes como luces, baterías y adaptadores de CA, entre otros. Distinguir un sofisticado procesador Crestron de una PC Dell estándar, o el panel de control de una bicicleta eléctrica, a menudo está más allá del alcance de la operación de un reciclador. Una vez que estos dispositivos se descomponen, se convierten simplemente en una colección de placas de circuito impreso y varios componentes.
El incentivo económico para los recicladores radica en recuperar recursos valiosos no renovables como oro, cobre, plata y platino. Esta realidad subraya la necesidad urgente de que la industria AV comercial comprenda mejor los materiales contenidos en los equipos que desechamos. Tal conocimiento es crucial para desarrollar programas de reciclaje personalizados, asignar responsabilidad por la gestión al final de su vida útil y, en última instancia, reducir nuestra huella ambiental colectiva.
Estamos operando esencialmente en la oscuridad, con poca o ninguna información confiable sobre las cantidades involucradas. El punto clave de la cuestión radica en la frustrante falta de datos concretos con respecto a la contribución de los equipos AV comerciales al problema general de los residuos electrónicos. Este vacío de información surge de la ausencia de regulaciones establecidas, mejores prácticas en toda la industria o incluso razones convincentes para que las partes interesadas realicen un seguimiento meticuloso de esta categoría específica de residuos.
Agregando a la problemática, los fabricantes a menudo parecen desvincularse una vez que sus productos llegan al final de su vida útil. Además, la infraestructura existente para la gestión y el reciclaje de residuos normalmente no diferencia entre equipos AV comerciales y categorías más generales como hardware de TI o telecomunicaciones. En consecuencia, intentar establecer el volumen o peso de los equipos AV comerciales desechados es una tarea desalentadora, dada la inmensa diversidad de productos dentro de este sector, que van desde proyectores de video y pantallas de pared de video hasta complejos sistemas de altavoces y equipos de audio montados en un rack.
Esta importante ausencia de datos específicos presenta un obstáculo importante para evaluar con precisión el impacto de nuestra industria en el flujo global de residuos electrónicos. Sin mecanismos dedicados para el seguimiento y la notificación de estos residuos, cualquier estimación sigue siendo especulativa, lo que dificulta nuestra capacidad de tomar decisiones informadas con respecto a las estrategias de gestión de residuos y el desarrollo de políticas dentro del ámbito AV comercial.
Dada la ausencia de una categoría específica para AV comercial dentro de los informes globales de residuos electrónicos, es razonable suponer que nuestro equipo se está agregando en clasificaciones más amplias. Los artículos más pequeños como micrófonos, mezcladores de audio compactos, cámaras de video y radios probablemente caen bajo el paraguas de "equipo pequeño", que abarca cualquier cosa con dimensiones inferiores a 50 cm.
Los componentes más grandes, como pantallas y amplificadores, podrían clasificarse como "equipo grande", junto con artículos como prensas de impresión y fotocopiadoras. Los sistemas de control en red y las unidades de videoconferencia podrían estar ocultos dentro de la categoría de "equipos de TI y telecomunicaciones", junto con computadoras portátiles, teléfonos móviles y enrutadores.
Si bien es probable que una parte significativa del equipo AV, particularmente los componentes más pequeños y en red, se cuente dentro de estas categorías de "equipo pequeño" y "TI", esta categorización amplia proporciona poca información sobre el volumen real de residuos electrónicos específicos de AV que estamos generando. La falta de granularidad nos impide aislar cifras significativas.
Además, la inclusión de la electrónica de consumo dentro de las mismas categorías oscurece aún más la imagen, lo que hace que cualquier estimación directa sea altamente poco confiable. Agravando este problema está el hecho de que diferentes regiones de todo el mundo emplean métodos variables para clasificar los residuos electrónicos, lo que hace que sea aún más difícil obtener una comprensión unificada de la contribución del sector AV comercial a escala global.
La vida útil de los equipos AV comerciales no es uniforme; varía considerablemente según el tipo de equipo y la intensidad de su uso. Las estimaciones de la industria sugieren que las pantallas como las pantallas LED, los monitores LCD y los proyectores suelen tener una vida útil de alrededor de 5 a 7 años.
Los altavoces y los sistemas de audio tienden a tener una vida útil más larga, a menudo superior a una década. Sin embargo, los sistemas de videoconferencia y los sistemas de control integrados con frecuencia tienen una vida útil más corta. El rápido ritmo de la innovación tecnológica dentro de nuestra industria es un factor que contribuye significativamente a esto. La demanda constante de actualizaciones para cumplir con los últimos estándares de audio y video, resoluciones y software a menudo requiere el reemplazo de dispositivos AV perfectamente funcionales, acortando efectivamente su vida útil.
Este ciclo continuo de avance tecnológico y posterior reemplazo genera un flujo constante de residuos electrónicos. Por el contrario, factores externos como la imposición de aranceles a los equipos AV importados, como se ve en los EE. UU., podrían llevar a las empresas a conservar sus equipos existentes durante períodos más largos en lugar de optar por actualizaciones inmediatas.
Cuando se trata de la eliminación responsable de equipos AV, es de suma importancia debido a la presencia de varios materiales, incluidos metales, plásticos e incluso sustancias peligrosas como plomo, mercurio y cadmio. Los enfoques más efectivos para gestionar estos residuos incluyen la reutilización o el cambio de propósito de los equipos dentro de la organización o la comunidad local, su devolución a los fabricantes para su reacondicionamiento o reciclaje, o la utilización de recicladores de productos electrónicos certificados que cumplen con estrictas regulaciones ambientales.
Además, existe un movimiento creciente que aboga por la "sostenibilidad modular" en el diseño AV, que se centra en la creación de sistemas que sean adaptables, minimizando los residuos mediante actualizaciones o reemplazos a nivel de componente y facilitando el reciclaje. Si bien existen estas opciones de eliminación responsable, existe una importante falta de datos completos sobre la frecuencia con la que se reciclan los equipos AV comerciales. La probabilidad de reciclaje probablemente depende de factores como el tamaño de la empresa, su conocimiento de los programas de reciclaje disponibles y la accesibilidad de instalaciones de reciclaje convenientes y certificadas en sus cercanías.
En conclusión, sin datos cuantitativos confiables, evaluar con precisión el impacto ambiental, el potencial de recuperación de recursos y la efectividad de los esfuerzos de reciclaje actuales para equipos AV comerciales sigue siendo un desafío significativo. La buena noticia es que el panorama está comenzando a cambiar (ligera y lentamente).
Las regulaciones en evolución sobre residuos electrónicos y varias iniciativas, como las actualizaciones de la legislación de California sobre residuos electrónicos, las regulaciones más estrictas sobre los envíos de residuos electrónicos bajo el Convenio de Basilea y la creciente adopción global de las leyes de Responsabilidad Extendida del Productor (EPR), todo indica un reconocimiento creciente del imperativo de mejorar la gestión de residuos electrónicos.
Créditos y agradecimientos:
John Thomas, miembro de la junta directiva de SAVe
SAVe, sustainability in AV. https://saveav.org/
*Juan Carlos Medina, CTS, es el director de la empresa integradora Viewhaus y el embajador de SaVe para México. Puede contactarlo a través de [email protected]