La gestión de los residuos electrónicos ofrece una oportunidad detrás de la sostenibilidad.
Carolina Sosa
Se dice que aquello que no se mide no se puede controlar, por eso, cuando de residuos electrónicos se trata, algunas organizaciones se han dedicado a medir el impacto que tiene cada región en cuanto a consumo, disposición y reciclaje y los resultados no son alentadores:
El informe Monitoreo Regional Para los Residuos Electrónicos realizado por la Universidad de las Naciones Unidas y el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación y la Investigación, realizado en 13 países de Latinoamérica mostró que entre 2010 y 2019, la generación y consumo de aparatos electrónicos en Latinoamérica aumento un 49%, acercándonos a la media mundial en cuanto a compra y adquisición de estos equipos.
El consumo de 206 millones de personas, en estos 13 países, solo durante 2019, generó 1,3 millones de toneladas de residuos. Sin embargo, mientras en el mundo la tasa de recolección global de residuos electrónicos alcanzó un 17,4%, la de América Latina se quedó en el 2,7%.
No hay registros sobre lo que pasa con el 97,3% restante de los equipos en desuso, los cuales están llenos de materiales valiosos como cobre (del cual ya hemos extraído el 75% de las reservas mundiales), plata, plástico o litio que pueden ser integrados nuevamente a los sistemas productivos, pero que también están llenos de químicos contaminantes como mercurio, cadmio, retardantes de llama bromados (BFR), clorofluorocarbonos (CFC) o hidroclorofluorocarbonos (HCFC) que necesitan tener una disposición y manipulación especiales, pero que en realidad van parar a vertederos cerca de fuentes hídricas o campos, generando un impacto directo sobre la naturaleza y la salud humana.
La gestión inadecuada de los equipos electrónicos no solo afecta a la naturaleza y a las personas, también aporta al calentamiento global en la medida en la que liberan gases de efecto invernadero, pero también, porque al no reciclarse, se promueve la extracción de nuevos recursos o materias primas con el objetivo de generar nuevos dispositivos, lo que genera más impacto y más gases.
Estos materiales recuperables de los residuos electrónicos, podrían llegar a generar ganancias hasta de $1.700 millones de dólares anuales en la región. Los desechos analizados en América Latina durante 2019, contenían 7.000 kilos de oro y 310 kilos de metales raros, entre otros. Este dinero serviría mucho a los países y también a las comunidades que se dedican al reciclaje legal y organizado, que generalmente son comunidades vulnerables, pero al no ser reciclados de manera formal, no sabemos a dónde estos equipos van a parar.
Nuestro sector tiene la oportunidad de empezar a desarrollar dinámicas en las que el medio ambiente y las personas se vuelvan el foco: pensar en la producción y el consumo responsable ODS #12, en desarrollar ciudades y comunidades sostenibles ODS #11 y generar acciones por el clima ODS #13, no suena muy loco si lo que queremos es tener un mercado y un negocio que continúe vigente en el mediano y largo plazo.
Hay oportunidades: los consumidores están optando por proveedores que estén alineados con sus políticas y con sus políticas de sostenibilidad, dando prioridad a la contratación de empresas que ya estén trabajando en el tema y que puedan ofrecerles planes serios y bien construidos para minimizar el impacto de cada proyecto. Para las generaciones más jóvenes el cuidado del planeta es relevante y estos serán los futuros gerentes de tecnología o de compras de muchas empresas en un par de años. ¿Nos estamos preparando para atender a estos clientes? O ¿vamos a dejar que otros tomen la delantera?
La legislación de manejo de RAEES (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) ya está empezando a cambiar: En Colombia, la resolución 9851 dice que los productores deben cumplir con una cuota de equipos reciclados cada año, lo que no sabemos es que dentro de la categoría de “productores” están también incluidos los importadores de tecnología. Pero esto no pasa solo en Colombia, actualmente se está construyendo el marco regulatorio sobre el reciclaje electrónico para 13 países en Latinoamérica con ONUDI apoyando los gobiernos locales, ¿Qué tan informados estamos sobre la legislación que tenemos que cumplir para cada país?
Como sector hay mucho en donde podemos trabajar: tener programas que favorezcan no solo el reciclaje sino la reutilización que busca alargar la vida útil de los equipos y promover la reparación son algunas de las iniciativas que se plantean desde SAVe* para ser un sector cada vez más responsable y enfocado en la sostenibilidad pero que a la vez siga siendo rentable y productivo.
La tecnología no va a desaparecer, de hecho, con la pandemia nos dimos cuenta de que la tecnología tiene muchos beneficios, la tecnología nos ayudó a mantenernos informados y conectados, nos permitió seguir trabajando y siendo productivos, nos permitió estudiar, pero sobre todo nos permitió sentirnos cerca y acompañados, la pregunta ahora es ¿cómo, de la mano de la tecnología, podemos aportar en tener un mejor planeta?
Dicen que detrás de toda crisis hay una oportunidad escondida. ¿Cuál es la nuestra?
*Basado en el artículo El reto de América Latina para ganar en sostenibilidad: gestionar mejor sus residuos electrónicos del BBVA.
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